La pobre nueva clase media

Foto: Especial./ elempresario.mx

Vendrán años malos que nos harán más ciegos, dice un aforismo de Rafael Sánchez Ferlosio. Vendrán años ciegos que nos harán más malos, concluye el pensador español. Los momentos más duros sacan lo mejor y lo peor de nosotros. Nos otorgan la máxima lucidez, pero también nos llevan a perseguir alucinaciones. Los tiempos que corren son los mejores para pensar y decidir qué país queremos ser. También son los peores. Somos un país con tendencia a la polarización y esto se nota en estos días. Se manifiesta cuando aparece en el radar la posibilidad de hacer algo importante en un tema crucial: el combate al crimen organizado, la formalización de la economía subterránea y la reforma laboral.

La polarización tiene que ver con nuestra cultura política, pero también con cuestiones estructurales. Las sociedades que tienen una mayor concentración del ingreso son también aquellas donde la política tiende a polarizarse, concluye el doctor Keith Poole, profesor emérito de la Universidad de Georgia. El tener un abismo entre los ricos y los pobres genera polarización y crispación política. El crecimiento del coeficiente Gini reduce el porcentaje de las personas que se definen como moderadas. El Gini mide la concentración del ingreso.

Incendiary circunstances llama el talentoso escritor indio Amitav Gosh al conjunto de condiciones que generan una inestabilidad peligrosa en las sociedades contemporáneas. El adelgazamiento de la clase media es una de ellas. En el 2006 había en México 13.1 millones de hogares que cabían en la categoría de clase media, alrededor de la mitad de los hogares. Para el 2008 el total se había reducido a 11.8 millones, según el Grupo de Economistas Asociados.

En la definición del grupo que dirige Ernesto Cervera, la clase media requiere ingreso mayor a cinco salarios mínimos y otras circunstancias: no pago de renta (si el ingreso es de cinco salarios); acceso a crédito y algún tipo de mecanismo de protección social, como seguridad social o seguro privado. Tener una clase media pujante es fundamental para el desarrollo del mercado interno. Hay productos y servicios que requieren de los clasemedieros para su crecimiento sostenible: autos, moda, espectáculos, turismo, entre otros. Más allá de la esfera económica, una clase media en ascenso es un factor de estabilidad política y puede ser un detonador de cambios en valores, la inversión en educación, por ejemplo.

México no tiene una política pública consistente para la clase media. A algunos les parece una frivolidad hacer este planteamiento en un país que tiene más de 40 millones de pobres. No lo es. Ganar entre 5,000 y 20,000 pesos puede implicar que se está en uno de los tres primeros deciles económicos en México, pero eso no quiere decir casi nada más allá de la estadística. Una familia en ese rango de ingreso es clase media, pero de la nueva: antes era sinónimo de estabilidad. Ahora son uno de los eslabones más débiles de la cadena, encarnación de la vulnerabilidad. Una enfermedad, un divorcio o un despido laboral los puede mandar al fondo.

Un pepenador de basura tiene mayores ingresos que un abogado o un arquitecto mal colocados en el mercado laboral. ¿Quién es más clase media? Quizá ninguno. Somos una sociedad en mutación. Estamos aprendiendo acerca de la nueva clase media. Sabemos que no puede sola y necesita una política pública. Ojo: nadie dijo paternalismo estatal.

lmgonzalez@eleconomista.com.mx

CRÉDITO:
Luis Miguel González

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